Olbers, cometas, asteroides y una paradoja

Heinrich Olbers fue médico de profesión y astrónomo de afición. Es conocido por la famosa "paradoja de Olbers".

Foto 1

Heinrich Wilhelm Matthäus Olbers nació en Arbengen, cerca de Bremen, el 11 de octubre de 1758 y murió en Bremen el 2 de marzo de 1840. Estudió Medicina en la Universidad de Gottingen donde, además, dedicó mucho tiempo al estudio de las matemáticas y la física. Practicó la Medicina en Bremen hasta 1823.

En 1779 creó el primer método, todavía utilizado por los astrónomos, para calcular la órbita de los cometas. El 1 de enero de 1802 Olbers localizó, en la posición prevista por Karl F. Gauss, el primer asteroide, Ceres, que ya había sido descubierto exactamente un año antes por Giussepe Piazzi, y que después fue perdido de vista hasta que Olbers lo redescubrió.

Poco tiempo después, siguiendo la pista de Ceres, Olbers descubrió otro asteroide, Palas, y se convenció de que ambos estaban relacionados con los fragmentos de un cuerpo más grande; por lo tanto, buscó otros fragmentos y en 1807 descubrió Vesta.

Heinrich Olbers entró a formar parte de la Royal Society de Londres en 1804?. En 1822 fue elegido miembro honorario extranjero de la Academia Estadounidense de las Artes y las Ciencias, y miembro extranjero de la Real Academia de las Ciencias de Suecia en 1827

En el año 1811, época en la que no se conocía la existencia de la presión de radiación, Olbers formuló la hipótesis de que la cola de los cometas está siempre dirigida en la dirección opuesta al Sol. Hoy se sabe que este es un efecto de la radiación solar.

Cometa Lulin, 28 de febrero de 2009

Postuló la teoría, hoy reevaluada, de que los asteroides por su órbita y posición derivaban de un cataclismo planetario, es decir, son fragmentos de un planeta desintegrado, que anteriormente giraba alrededor del Sol.

Descubrió cinco cometas y calculó la órbita de 18. Es recordado sobre todo por la famosa Paradoja de Olbers, en la cual se pregunta por qué el cielo es oscuro si existen miles de millones de estrellas que podrían iluminarlo a plena luz, como si fuese de día.

Esta paradoja se ha resuelto muchos años después tras descubrirse que el universo observable tiene una extensión limitada, probablemente no mayor de un radio de 20.000 millones de años luz.


Búsqueda personalizada

Inicio